domingo, 12 de junio de 2011

Narración ficticia de Porfirio Díaz

Producto 13
SESION  4
Narración ficticia de Porfirio Díaz
Breve narración ficticia que involucre a algunos de los personajes, situaciones o informaciones presentes en las fuentes analizadas.
Memorias de Don Porfirio
Hacia mediados del siglo XIX nuestro país se encontraba sumergido en la pobreza, el analfabetismo, con una economía paralizada y una sociedad desunida por diferencias ideológicas y culturales. La inestabilidad política, ocasionaba que fueran muy  pocas las opciones para ganarse la vida; el ejército o el sacerdocio. Como no tenía el carácter ni la vocación por el sacerdocio; me alisté en el ejército.
Después de muchos años de participar en diferentes batallas me gané el respeto de mis compañeros de lucha; hasta que un buen día decidí cambiar de rumbo, me regresé a mi ciudad natal Oaxaca, pero sólo para tomar impulso e incursionar en la política.
La idea ya me había surgido tiempo atrás, pero no me sentía preparado; hasta que un buen día me dije frente al espejo:
-Porfirio, ¿a poco eres menos que Juárez?
-Si él pudo llegar hasta la presidencia y reelegirse… ¡tú también puedes!
Cuando me di cuenta ya estaba compitiendo junto con Juárez -por la presidencia- en 1867 y aunque no gané no me di por vencido. Pensé:
-¡Ya llegará tu turno Porfirio, ya vendrá!…
Aunque tuve tres derrotas electorales, continué en la lucha; hasta que tras diez años de forcejeo con mis contrincantes por llegar al poder, salí victorioso y en 1877 me convertí en presidente de la República.
Aunque no soy un hombre culto ni con el don de la palabra, no tengo un pelo de tonto; así que me puse piense y piense en cómo le haría ahora para mantenerme en el poder; tendría que hacer cambios profundos y visibles en el país. Mi lema sería alcanzar el “orden, la paz y el progreso”.
Con ese fin,  me rodee de gente culta para que ocuparan cargos importantes,  y me asesoraran. Sabía que con discursos no me ganaría a mi pueblo, sería con “poca política y mucha administración”.
Así puse todas mis energías para modernizar el país; por ejemplo, contraté la construcción de vías férreas para conectar hasta el lugar más alejado lugar, introduje la comunicación postal, telegráfica y telefónica. Impulsé la modernización de los puertos,  fundé bancos para apoyar a la agricultura, el comercio, la industria y la minería. También impulsé la instrucción pública, creando escuelas en todo el país, organizando los primeros Congresos de Instrucción, instaurando el sistema educativo por niveles y fundando escuelas normales para que prepararan al magisterio.
Cuando me di cuenta, el país había dejado de ser revoltoso y su paisaje había cambiado. Varias veces traté de dejar la presidencia, pero la gente no me dejaba, me decían:
-Don Porfirio Díaz, no nos deje… ¡el país aclama su regreso! Y pues como yo quiero mucho a mi país, no me quedaba otra que regresar. Un verdadero patriota no puede dejar a su pueblo desvalido…y así ha pasado el tiempo…tanto que ya voy por la séptima reelección. Por ahí me han dicho que hay un grupo de revoltosos que quieren que me vaya, un tal Madero, pero deben ser puras habladurías, no creo que ese ricachón quiera dejar sus lujos para trabajar por el pueblo. 

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